Sam Zimmerman no era un hombre emotivo - excepto cuando se trataba de la ópera. Él podría disertar sobre Caruso y Callas al fin, el análisis de la gama, la pureza de la voz, y la misteriosa cualidad llamada presencia. Pasó el tiempo que el amor a su hijo, Ed, que en la edad adulta descubrió algo extraño: era una buena herramienta para un abogado corporativo. En honor del Día del Padre, Ed recuerda a su padre y la música que los mantuvo juntos hasta el final.
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