Se presentó en Buenos Aires el 14 de mayo de 1899 y La Nación comentó: “Hizo un debut satisfactorio en la parte de Loris el tenor Caruso, de voz y estilo estimables y buena acción escénica”. Al mes siguiente, tras su participación en La reina de Saba, de Karoly Goldmark, en el mismo diario profetizaron: “Caruso, el tenor de la voz preciosa, el Gran Caruso tal como se lo llamará algún día.”
Caruso retornó al mismo escenario en 1900, 1901 y 1903 pero, a partir de ese año, el Met fue absorbente, el que disparó su fama planetaria. Allí debutó en noviembre de 1903 y cantó por dieciocho temporadas consecutivas, representó 76 veces al Canio en I Pagliacci y 64 veces a Radamés en Aida y también estrenó obras como La Fanciulla del West, de Puccini, con la dirección de Toscanini en 1910.
Un regreso con gloria
Cuando Caruso regresó a nuestro país, una década después, ya era una estrella, se había disuelto su matrimonio con la soprano Ada Giachetti (tuvieron dos hijos, Rodolfo y Enrico) y se cuenta que –en el intento de recuperarlo- ella lo siguió hasta aquí, en una saga que parece reproducir fragmentos de I Pagliacci.
"Buenos Aires me consagró", dijo en 1915. Foto: AFP
"Buenos Aires me consagró", dijo en 1915
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