sábado, 22 de septiembre de 2012

LA TRISTE PARTIDA DE ENRICO CARUSO



En agosto de 1921, comienzan los síntomas, con tos y dolores, que en un gran fumador como era se debía haber sospechado en primer término un cáncer del pulmón y quizás una neumonía, aunque no se señala la presencia de fiebre. No se habla que le hubiesen hecho una radiografía de tórax, que era lo indicado, teniendo en cuenta que ya en esa época esto existía, pues Williams, en 1897, ya había publicado un trabajo con el uso de este procedimiento. Pienso que si se hubiese diagnosticado un cáncer pulmonar, poco se hubiese podido hacer, pues, en Estados Unidos la resección pulmonar para la cura de la afección, no fue establecida, sino hasta el año 1933 por Evarts Graham. Sin embargo, en Europa, en el año 1861 Pean resecó un tumor pulmonar. Pero en el caso de una neumonía, hubiese permitido un tratamiento de los usados en esa época y el reposo, que era parte del mismo, algo que lo hubiese beneficiado. En los primeros días de diciembre, cuando tiene las manifestaciones de franco dolor pleurítico y después hemoptisis, el diagnóstico es totalmente errado y por tanto no se hace tratamiento. Por el contrario se inmoviliza el tórax y se autoriza proseguir con el canto que era una sobrecarga en esos momentos al aparato respiratorio. Pienso que con esa sintomatología, el examen físico, hubiese mostrado un frotis pleural y el diagnóstico hubiese sido entre las siguientes entidades: Cáncer del pulmón, Neumonía, Tromboembolismo o TB pulmonar. Con estos diagnósticos pienso que se podía haber hecho un estudio más detallado e implantar un tratamiento más precoz, que quizás hubiese tenido mejores resultados. A finales de diciembre, ante otra crisis de dolor, se realiza el diagnóstico correcto por medios clínicos, pero el tratamiento se retrasa 3 días, en que al fin se drena el pus. Ya es un empiema posiblemente crónico, que se comienza a tratar correctamente, pero al parecer se da por curado cuando en abril, comienza a mejorar. En el mes de julio recae, posiblemente por haber quedado una cavidad pleural contaminada sin obliterar, con un pulmón sin reexpandir. La conducta correcta en ese tipo de empiema, en que se estuvo tratando incluso con una toracostomía, al lograr la limpieza de la cavidad, como efectivamente se logró, era realizar una decorticación pleural, para lograr la reexpansión pulmonar y no dejar una cavidad pleural vacía. De lo contrario de no lograr la reexpansión debían haber practicado una toracoplastia. Sin embargo, no se puede señalar error en el proceder empleado por el cirujano, pues sólo después de la II Guerra Mundial es que se establece en Estados Unidos, el valor de la decorticación pleural (Samson y Burford, 1947; Patton y cols,. 1952). Sin embargo, está reportado que Focher y Debrome, practicaban este proceder, en 1894. La toracoplastia, fue otra operación, que se practicaba en Europa en esa época, señalándose a Estlander, como realizador de la primera. En el año 1922, se informa que Finochietto, famoso cirujano argentino realizó su tercera toracoplastia. Como se puede observar, en estas técnicas ocurrió igual que en otros procedimientos, en los que la medicina estadounidense los ha incorporado tardíamente, a pesar de que se han usado con anterioridad en otros países. Otro error, pensamos que fue el diagnóstico de “afección renal”, que después fue modificado por el de “absceso renal” izquierdo, pues lo lógico es que la patología que presentaba era la de un absceso subfrénico izquierdo, producto del pus colectado en la cavidad pleural, que se abrió paso hacia el abdomen, perforando el diafragma. Pero aún con el diagnóstico de absceso renal, la conducta no fue apropiada, ya que debían haber operado de inmediato para drenar el pus. Posiblemente, Caruso murió, a causa de una sepsis, en el sentido exacto de la palabra, por posible contaminación peritoneal. La otra interrogante que surge es en relación al diagnóstico etiológico, ya que ante el empiema ya diagnosticado existen diversas posibilidades diagnósticas que ya hemos expresado y que pasamos a analizar: TB pulmonar.- Esta entidad puede presentar tos y hemoptisis, pero su cuadro clínico no corresponde precisamente a este paciente quien se mantenía en muy buenas condiciones físicas y no se reporta fiebre y sudoraciones.Trombo embolismo pulmonar.- Cuando se presenta dolor pleurítico y hemoptisis se debe pensar en esta entidad, pero estos casos no suelen transitar hacia un empiema y por otro lado no existen antecedentes que expliquen la génesis del trombo. Neumonía.- Puede corresponder con las manifestaciones de dolor pleurítico y la hemoptisis que presentó casi de inmediato. Sin embargo, recordemos que los síntomas iniciales de tos comenzaron 4 meses antes, lo que no va muy de acuerdo con esta entidad que tiene un pródromo más reciente . Además la hemoptisis en esta entidad no es tan abundante y generalmente se presenta tiñendo esputos purulentos, que pueden ser de tipo herrumbrosos. Hemoptisis abundantes en esta entidad se pueden presentar cuando se forma un absceso y se establece una fístula con el bronquio. Cáncer del pulmón.- Teniendo en cuenta que era un fumador inveterado, es posible hacer este planteamiento, ya que además la entidad puede presentar punta de costado por derrame y hemoptisis que en ocasiones puede ser abundante. Es cierto que el derrame en el caso del cáncer del pulmón se presenta en forma insidiosa y es sero hemorrágico, pero en los tumores bronquiales cerca de la superficie, se puede producir por detrás y por fenómenos obstructivos un foco neumónico, que decursa a un absceso que se perfora en cavidad pleural y reproduce fácilmente todo el cuadro descrito. Sólo en contra de este diagnóstico está el hecho de que en el mes de abril, o sea 9 meses después de iniciado el proceso, tiene una recuperación de 2 meses. La explicación sería que se recuperó por el control de la infección, aunque el curso de la neoformación hubiese continuado. A pesar de que existen trabajos muy serios que defienden la causa etiológica como una neumonía , con los datos que hemos podido recopilar, pensamos que se trató de un cáncer bronquial que se complicó con un absceso pulmonar y empiema. Si hubiese sido este el diagnóstico, el resultado final quizás hubiese sido el mismo, pero la supervivencia hubiese sido mayor y con mejor calidad de vida, de no haberse cometido los errores médicos señalados. De haberse tratado sólo de una neumonía como afirman algunos, entonces la connotación de los errores sería mayor, pues con diagnóstico y tratamiento adecuado, se podía haber logrado hasta la curación. Quizás hoy hubiésemos podido contar con bellas páginas del género, en la voz de oro de Caruso, que no existen por su muerte prematura y una de ellas por ejemplo es la bella ópera de Puccini Turandot.

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